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Un antiguo fármaco contra la malaria, una posible “nueva baza” contra el coronavirus
La hidroxicloroquina, un fármaco usado desde hace décadas contra la malaria, ha acaparado titulares estos días después de haber sido presentada por algunos como la solución a la actual pandemia. Para Elena Gómez-Díaz, investigadora del Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra (IPBLN-CSIC) y receptora en 2017 de una Beca Leonardo de la Fundación BBVA, es una afirmación exagerada y sobre todo prematura, aunque “la hidroxicloroquina sí tiene propiedades que podrían convertirla en una nueva baza” contra la COVID-19, la enfermedad que causa el nuevo coronavirus. Numerosos países, entre ellos España, han empezado ya a ensayar su eficacia en pacientes.
2 abril, 2020
La comunidad médica y científica internacional busca con urgencia nuevos tratamientos para los enfermos más graves y también vacunas frente al nuevo coronavirus. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha puesto en marcha hace unos días el gran ensayo SOLIDARITY con miles de pacientes de al menos diez países, incluida España, para probar cuatro de los tratamientos más prometedores. Uno de ellos se basa en la hidroxicloroquina.
En nuestro país Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), a través del FONDO COVID-19 creado expresamente para buscar tratamientos contra el coronavirus, ha comenzado a financiar el ensayo TOCOVID, que administra a pacientes hospitalizados hidroxicloroquina, combinada con otros compuestos.
Este ensayo clínico evaluará si la hidroxicloroquina, administrada junto con el inmunosupresor tocilizumab y el antibiótico azitromicina, reduce la mortalidad intrahospitalaria y la necesidad de ventilación mecánica en la Unidad de Cuidados Intensivos. En TOCOVID, liderado por el Instituto de Investigación Sanitaria del hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, participan hospitales de al menos tres comunidades autónomas.
“Con la hidroxicloroquina tenemos la ventaja de que ya conocemos su eficacia y dosis segura, y eso, en condiciones como las actuales, nos permite avanzar más rápido”, explica Elena Gómez-Díaz. Los ensayos actuales son de fase II en los que ya se investiga si el tratamiento funciona. Lo habitual es que los ensayos comiencen con ensayos en animales y luego pasen a la fase I que implican un número pequeño de personas y en los que se prueba simplemente la toxicidad del compuesto, no su acción terapéutica.
Gómez-Díaz investiga en malaria, una de las enfermedades más antiguas de la humanidad que aún hoy afecta a cerca del 40% de la población en países en vías de desarrollo, y mata cada año a casi medio millón de personas, la mayoría niños. La hidroxicloroquina ha sido uno de los compuestos más eficaces para combatirla -se usa desde mediados del siglo pasado-, y justo por eso el parásito que la causa, el Plasmodium, se ha hecho resistente. En muchas zonas del planeta la hidroxicloroquina ha tenido que ser sido sustituida por otros fármacos antimaláricos.
Gómez-Díaz estudia precisamente los mecanismos biológicos, de tipo genético y epigenético, que permiten adaptarse al parásito con rapidez a los fármacos que lo combaten, entre ellos la hidroxicloroquina.
La vuelta al estrellato de este compuesto no la ha pillado del todo por sorpresa. Se sabía ya hace tiempo que la hidroxicloroquina tiene cierta acción antiviral, y que además actúa sobre la respuesta inmune, modulándola. De hecho, “la hidroxicloroquina sigue siendo hoy día un fármaco en uso contra enfermedades autoinmunes, como el lupus y la artritis reumatoide”, explica Gómez-Díaz. Esto es importante, porque en los casos más graves de COVID-19 -la enfermedad causada por el coronavirus-, ocurre una respuesta exacerbada de las defensas del paciente.
Ya en los inicios de la epidemia médicos chinos decidieron recurrir a la hidroxicloroquina, iniciando una veintena de ensayos clínicos en pacientes cuyos resultados aún no han sido publicados. Por otro lado, los estudios in vitro con células han mostrado que la hidroxicloroguina bloquea la entrada del virus en las células. Por ello, se piensa que “su uso en forma de comprimidos podría tener resultados favorables en los humanos infectados con el coronavirus”, explica la investigadora española; “esto incluye un tiempo de recuperación más rápido y una estancia hospitalaria más corta”.
Pero lo que lanzó este compuesto a la fama no fueron estos ensayos, sino un investigador francés que hace unas semanas publicó resultados de un ensayo con muy pocos pacientes. Pese a que este trabajo no cumplía los requisitos de rigurosidad en cuanto al diseño y el tratamiento de los datos, sufría de irregularidades el proceso de revisión científica habitual, y estaba siendo abiertamente criticado por otros científicos de prestigio, el presidente de EEUU Donald Trump se refirió a él durante una rueda de prensa como una opción “revolucionaria” que había mostrado “resultados preliminares muy muy buenos”.
En las semanas posteriores a estas declaraciones se produjo un dasabastecimiento de hidroxicloroquina en Estados Unidos. En España, el Gobierno ha cancelado la venta de hidroxicloroquina en farmacias y ha intervenido las reservas existentes para garantizar la disponibilidad tanto para enfermos crónicos que ya la necesitaban, como para los ensayos en curso contra la COVID-19.
Gómez-Díaz recuerda que la hidroxicloroquina sí puede ser “una nueva baza” contra el COVID-19, pero es imprescindible esperar los resultados de los ensayos en curso. “En ningún caso”, recalca la investigadora, debe tomarse sin control médico.
“La investigación debe ser una prioridad”
Ella querría investigar también el papel de la hidroxicloroquina y otros compuestos en población que está en riesgo de padecer tanto malaria como, ahora, coronavirus. La OMS y varias ONGs ya han advertido que la actual pandemia tenga un alto impacto en países africanos con sistemas de salud muy frágiles.
“Ahora todos nuestros esfuerzos están concentrados en nuestro país, como no puede ser de otra manera ya que se necesitan soluciones de urgencia”, dice Gómez-Díaz; “pero no debemos olvidar que la investigación debe seguir siendo una prioridad, se la debe dotar de recursos, personal e infraestructuras para poder contar con las soluciones cuando se requieran. Hoy es este coronavirus, pero mañana será otro patógeno o los efectos del cambio climático. Como en el caso de la hidroxicloroquina, a menudo las soluciones proceden de la investigación básica, esa que no se dirige directamente a nuestro beneficio y de la que acabamos ganando todos”.