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“Ruimonte en Bruselas” un proyecto que recupera la sonoridad original de un compositor clave del Siglo de Oro español

El Siglo de Oro español se asocia al esplendor creativo en la pintura y en las letras. Sigue habiendo un menor conocimiento en el ámbito de la música, donde compositores de primer orden permanecen aún en la sombra. “Imaginemos que en pintura sólo se conociera a Velázquez o al Greco, y que alguien nos hablara de unos lienzos no expuestos de un tal Francisco de Zurbarán, de un artista llamado Claudio Coello, de un cierto Alonso Cano…”, ilustra Albert Recasens, musicólogo, experto en la recuperación de música histórica y director de La Grande Chapelle.

3 febrero, 2017

Perfil

Albert Recasens Barberá

El Siglo de Oro español se asocia al esplendor creativo en la pintura y en las letras. Sigue habiendo un menor conocimiento en el ámbito de la música, donde compositores de primer orden permanecen aún en la sombra. “Imaginemos que en pintura sólo se conociera a Velázquez o al Greco, y que alguien nos hablara de unos lienzos no expuestos de un tal Francisco de Zurbarán, de un artista llamado Claudio Coello, de un cierto Alonso Cano…”, ilustra Albert Recasens, musicólogo, experto en la recuperación de música histórica y director de La Grande Chapelle.

Recasens ha dedicado el último año a indagar en fuentes originales -en Amberes, París, Ratisbona, Londres…- para reconstruir, por vez primera, la música que sonaba en la corte de los archiduques Alberto e Isabel, en la que destacó el maestro Pedro Ruimonte (1565-1627), que desarrolló su actividad en el Palacio de Coudenberg en los tres primeros lustros del siglo XVII. El resultado de esta investigación, realizada en el marco del programa de Ayudas Fundación BBVA a Investigadores y Creadores Culturales 2016, se presentará en un concierto singular que tendrá lugar el próximo viernes, 3 de febrero, a las 20 horas, en la iglesia de San Jerónimo El Real, en Madrid.

¿Por qué es necesaria la reconstrucción? “La música en esa época se escribe en notación mensural blanca y en distintas partes, no en partituras, lo que exige una transcripción musical para convertirla en notación moderna. Es, en su mayor parte, música vocal sin indicación de instrumentos que eventualmente podrían acompañar. Eso nos obliga a estudiar -mediante iconografía, libros de contabilidad, correspondencia, tratados y otras fuentes- cómo eran las plantillas de músicos en la capilla o en la cámara y a deducir cuál era el tipo de acompañamiento en cada caso…”, explica Albert Recasens. “Las líneas vocales nos dan el esqueleto; la investigación histórica nos ayuda a vestirlo, proporcionando la sonoridad que pretendía el compositor”.

Albert Recasens pone el símil de la restauración de cuadros, que “devuelve al lienzo las tonalidades originales, oscurecidas por el paso del tiempo y los problemas de conservación; a veces surgen incluso figuras escondidas bajo una capa añadida. En música buscamos también rescatar los timbres originales y recuperar el espíritu que le dio vida y para ello contamos con herramientas científicas”.

Ruimonte, un innovador de su tiempo

El proyecto desarrollado por Recasens ha hecho aflorar algunos datos interesantes: “Pedro Ruimonte es un innovador que compone madrigales -piezas profanas que se interpretan a cappella y que tratan temas como el amor, la esperanza o el paso del tiempo-, un género que apenas se cultivaba en España. Ruimonte explota todas las capacidades expresivas del texto. Toma una palabra o una frase especial y realiza una “pintura musical”, la describe utilizando todo tipo de técnicas. Como sus contemporáneos italianos, pone la música al servicio de la palabra. Este estilo expresivo contrasta con sus villancicos –una forma literario-musical en lengua castellana de carácter sacro, alejado de la acepción popular que hoy conocemos-, que formaron parte igualmente de su colección Parnaso español (1614), en los que predomina un mayor interés por el desarrollo temático y rítmico. Mi preocupación por la práctica interpretativa ha sido constante a lo largo del estudio: existen pocas evidencias de cómo se ejecutaban los villancicos, por ejemplo, y más en Bruselas, pero he adoptado la práctica de la Capilla Real española donde se utilizaba cuerda pulsada y vihuelas de arco. He optado por un solo cantante por voz, algo que permite acentuar la comprensión del texto y, en el caso de las obras sacras a dos coros (Philips y Ruimonte), se refuerza uno de ellos con “ministriles” (corneta, sacabuches, bajón).

El concierto de presentación del proyecto -con música de Ruimonte, pero también de Philips, Cornet y Frescobaldi- reflejará estas novedades y la riqueza y los contrastes de la música que surgió en Bruselas. “El programa combina el intimismo del madrigal, en castellano, con la fuerza de los motetes en latín, interpretados a ocho voces por dos coros, que transmiten la solemnidad y el poder de la corte; y también ofrecemos, junto a los villancicos, música exclusivamente instrumental, que tuvo un enorme desarrollo en manos de los organistas al servicio de los archiduques”.

El rigor en la recuperación de la sonoridad original se traduce en los instrumentos utilizados en el proyecto, que son copias de los existentes en el Renacimiento: flautas de pico, vihuelas de arco (renacentistas, no barrocas), dos laúdes (para completar la textura polifónica), cornetas, sacabuches -de los que derivan los actuales trombones- o el bajón, antecesor del fagot.

Gracias a la investigación llevada a cabo por Recasens la figura de Ruimonte se sitúa en un contexto mucho más preciso: “Se descubre a un autor moderno y vanguardista, que asimila novedades del siglo XVII italiano, como el madrigal. Musicalmente está a la altura de Tomás Luis de Victoria y su producción es clave para entender la transición del Renacimiento al Barroco. Sus dos décadas en Amberes le confieren, además, una proyección internacional de la que gozaron pocos compositores españoles, como el propio Victoria, en Roma, o Cristóbal de Morales, en el Vaticano”.

Este experto destaca la importancia de la investigación en música: “El objetivo es dar a conocer al público la dimensión sonora de época de Brueghel y Rubens. Como científicos tenemos el deber de la honradez; como artistas, el de dar vida al material sobre el que trabajamos. Ningún científico traicionaría el rigor en pro de la divulgación”.

El concierto en la iglesia de San Jerónimo el Real es una ocasión singular, pues “en él se materializa la transferencia de conocimiento al público. No siempre los programadores tienen la sensibilidad para que los nuevos hallazgos en musicología lleguen al público. El proyecto desarrollado gracias a la Ayuda Fundación BBVA a Investigadores y Creadores Culturales sí lo contempla”, concluye Recasens.