Marta Barrio_Leonardo-Creador Cultural

En el área de Creación Literaria

Llega a las librerías ‘No volverán tus ojos a mirarme’, novela de Marta Barrio escrita gracias a una Beca Leonardo

Ya está en librerías No volverán tus ojos a mirarme (Tusquets), novela escrita por Marta Barrio García-Agulló gracias a una Beca Leonardo en Creación Literaria. El afán por indagar un episodio familiar fragua, al ritmo de una ranchera, en una historia de tintes universales que esboza el retrato de una época y una reflexión “sobre el amor, la pérdida y la educación sentimental en distintas generaciones”, subraya la autora.

16 febrero, 2024

Perfil

Marta Barrio García-Agulló

“Una niña va a conocer por primera vez la enfermedad y la muerte, pero también el significado de la nostalgia y los primeros besos en el último verano de la infancia. Con las notas de fondo de una antigua ranchera, la protagonista trata de reconstruir la historia de sus abuelos paternos, antes de que el Alzheimer que padece su abuela se ensañe con los recuerdos, a partir de unas cartas de amor. Y lo hace partiendo del final para llegar a la génesis, el punto inicial en el que dos jóvenes tienen un primer encuentro que lo cambiará todo”. Bajo la sinopsis de la nueva novela de Marta Barrio bulle una historia real de profundo significado cuyo origen desprende el aroma familiar de unos álbumes de fotos… “Cuando mi abuelo falleció, tuvimos que vaciar su casa y nos pusimos a ver todos juntos los álbumes familiares”, relata la autora. “Surgieron así un montón de historias sobre la génesis de mi familia que yo no conocía hasta entonces y me dio mucha más pena aún que se hubiera muerto: porque tenía un montón de preguntas sin responder y los protagonistas de esa historia ya no estaban, pues mi abuela había fallecido unos años antes, también de Alzheimer”.

Cartas que retratan una época

“Entre sus cosas apareció la correspondencia amorosa que mis abuelos mantuvieron entre 1949 y 1955 y a raíz de ella empecé a pensar en la educación sentimental: en la diferencia entre lo que yo había vivido como niña y adolescente y lo que mi abuela había vivido, en los distintos paradigmas y sistemas de valores en los que cada una habíamos crecido”. Aquellas cartas mostraban también “la disparidad de oportunidades entre una época y otra, porque a ella la sacaron muy pronto del colegio. Aprendió a leer y escribir, y leía mucho, pero nunca consiguió escribir muy bien. A distancia, mi abuelo le corregía la ortografía en las cartas y le animaba -”venga, escríbeme”-, pero a ella le daba vergüenza responder a sus misivas de amor porque escribía mal, porque no había estudiado lo suficiente… Y me pareció que ahí había una historia, que quedó rondando en mi cabeza y no pude poner en blanco sobre negro hasta que la concesión de la Beca Leonardo me dio la oportunidad de centrarme en ella”.

Así empezó un proceso de investigación que pronto deparó sorpresas: “Fui a visitar a mi tía abuela, que a sus 87 años, es la única que tengo viva de esa generación. Y lo que pretendía que fueran unas preguntas de rigor para comprobar datos y rellenar lagunas se acabó convirtiendo en un personaje de la historia. Mi tía abuela tenía una visión muy divertida, frente a la de mis abuelos, que son más clásicos. Ella era más más echada para adelante, una mujer que a pesar de haber hecho el servicio social femenino de la Falange y de haber vivido en una casa muy tradicional tenía una perspectiva muy crítica y muy liberadora. Me pareció que era una experiencia debía ser recogida. Porque esa generación se está muriendo -si no es que se ha muerto ya- y es muy valioso conocer la variedad de vivencias, de enseñanzas que recibieron y cómo reacciona cada uno frente a ellas”.

Recursos para adentrarse en las costuras de la ficción

Marta Barrio García-Agulló trabaja como editora, por lo que conoce bien las técnicas para levantar el armazón de una novela. “En No volverán tus ojos a mirarme empleo el falso diario de una niña para hilar la narración. Además, los capítulos que protagoniza Mercedes, la tía abuela, están escritos con forma de monólogo cuasi teatral, lo que proporciona un retrato del personaje prácticamente periodístico, con mucha fuerza. Por otra parte, la investigación que la niña hace sobre la historia de su familia muestra en cierta medida las costuras de la escritura porque pone al descubierto ese camino de recomposición, esa arqueología de un romance… Y lo bonito de esta novela es que todo el mundo tiene una historia o recuerda con cariño un suceso familiar parecido: el noviazgo de sus abuelos, cuando él estaba en la mili, cuando ella le esperaba bordando… En estos momentos de encuentro, en que se cuentan historias y se miran los álbumes, todo el mundo palpa un paralelismo con esta historia. Esto es propio de la literatura, que a veces parte de lo particular para llegar a lo universal. Lo universal en este caso es el proceso de investigación, de preguntar, de rellenar los huecos y de asumir que algunos de ellos nunca se van a colmar, que va a haber lagunas en la historia y es importante reconciliarse también con eso”.

La música atraviesa el volumen desde el título y desde el origen de aquella pareja: “’No volverán tus ojos a mirarme’ es una línea de La barca de oro, la ranchera que mi abuelo le cantaba a mi abuela todas las navidades y que nos sabemos todos los nietos y los hijos. Se la cantó por primera vez el verano en que empezaron a salir, en 1951 en Salinas, Asturias. Él se tenía que volver a Madrid y ella, que tenía muchos pretendientes, no le acababa de decir que sí. Y entonces él le cantó esta canción a modo de ultimátum, como para decirle ‘mira si quieres salir conmigo, dímelo; y si no, adiós’. Así se convirtió en un elemento recurrente en las historias de mi familia y es un elemento muy importante en la novela”.

La escritora escogió ese fragmento particular, además, porque “sintetiza los dos temas principales del libro, que son el amor y la pérdida: que todo lo que se ama se pierde, pero que aún así vale la pena haber amado”.

Y es precisamente ahí donde surge el engarce con las dos obras anteriores de Marta García, Los gatos salvajes de Kerguelen (2020) y Leña menuda (2021), que ganó el XVII Premio Tusquets Editores de Novela y el I Premio Almudena Grandes del Ayuntamiento de Sevilla. “Las tres tratan sobre la pérdida. En Los gatos salvajes… es la pérdida del planeta, de nuestra propia casa, la Tierra, por el cambio climático; en Leña menuda el protagonismo lo adquiere la pérdida de un bebé; y en No volverán tus ojos a mirarme abordo la pérdida de una generación, ese tener que hacerse adulto al ver que mueren tus mayores e intentar saber qué enseñanzas nos han dejado o simplemente cómo vivieron ellos”.

El impulso de la Beca Leonardo

“La Beca Leonardo es la mejor beca de Creación Literaria en lengua hispana, así que no esperaba que me la dieran a la primera. Yo pensaba: ‘La han obtenido Sergio del Molino o Sara Mesa, que son referentes en España… Si me empiezo a presentar ahora, tal vez en unos años la gane yo’”, confiesa la escritora. “Fue, pues, una gran sorpresa y cuando me pregunté por qué, la respuesta que afloró fue que el proyecto lo merece. Recoge una documentación histórica relevante, pues es casi un milagro que una carta de 1949 haya sobrevivido y vea la luz en 2024. Por otra parte, también es importante hacer esta reflexión sobre la educación sentimental, transmitir a la siguiente generación esta historia”.

Para explicar lo que significó la Beca para la materialización de la novela, no encuentra mejor recurso que remitirse a su manera habitual de trabajar. “Siempre digo que cuando me pongo a escribir lo hago muy rápido porque, en realidad, ya he estado todo el día redactando en mi cabeza. Pienso de manera habitual en el proyecto que tengo entre manos: estoy jugando con mis niñas y de repente se me ocurre que esta escena no encaja y me lo apunto en el móvil; sigo dándole vueltas durante el día y luego el texto cristaliza de otra manera…. La Beca Leonardo me ha permitido escribir con la pausa necesaria desde el principio, no tener que estar robando trocitos de tiempo. Y eso creo que se ha notado: no solo en la longitud del texto, sino también en el poso de cada página”.