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Exposición de Aitor Ortiz, becario Leonardo 2017, en el Museo Lázaro Galdiano

Las obras de Aitor Ortiz entablan una conversación sobre la memoria con la colección del Lázaro Galdiano en la exposición ‘Entre arquetipos y artefactos’

NORA GONZÁLEZ FORNÉS

En 2017, el fotógrafo Aitor Ortiz (Bilbao, 1975) recibió una Beca Leonardo en Artes Plásticas para realizar el proyecto LINK, cuyas obras dejan constancia del legado industrial del área de Zorrotzaurre en Bilbao, y más en particular del paso del tiempo tras el cierre de las fábricas de cadenas navales de Vicinay. Ahora, muchas de estas obras buscan propiciar una conversación sobre la memoria desde una nueva perspectiva, intercalándose con las piezas del Museo Lázaro Galdiano de Madrid en la exposición Entre arquetipos y artefactos, que se inauguró el 27 de febrero y que se podrá visitar hasta el 27 de abril.

27 marzo, 2025

Perfil

Aitor Ortiz Viota

El artista, especializado en fotografía de arquitectura, cuenta que le pareció muy oportuno incorporar de manera cruzada las obras de la multiforme colección permanente —de artes decorativas, orfebrería, armamento— con sus fotografías y esculturas contemporáneas del mundo industrial del siglo XX: “Las piezas de arte contemporáneo van a fluir con las propias obras de la colección del museo. Puedes estar viendo una tetera maravillosa del siglo XVIII, mientras al lado tienes un objeto que igual era el mecanismo del interior de una máquina. Al descontextualizarlo, es precisamente donde le doto de valor y de una belleza inusitada”.

En esta muestra, Ortiz expone las piezas de LINK que elaboró al recuperar los suelos de la fábrica de Vicinay, “como símbolo de la actividad industrial que hubo en esa fábrica durante 70 años, y que había quedado plasmada, grabada en las deformaciones del suelo”. Pero también incorpora obras más recientes e inéditas, como las pequeñas esculturas pertenecientes a la serie Lanaval, o una serie de fotografías estandarizadas a partir de restos de máquinas fresadoras y de procesos mecanizados.

Respecto a estas últimas, el artista aclara que son una alusión a la obra del fotógrafo alemán de principio de siglo XX Karl Blossfeldt, famoso por sus láminas de plantas en blanco y negro. “Las virutas y restos de mis fotos son una clara evocación a su trabajo. Él tenía la intención de rescatar esas plantas para poderlas mostrar en las clases de dibujo que impartía en la Academia de Bellas Artes de Berlín. Pero lo que mucha gente no sabe es que este hombre trabajó en una fundición cuando era adolescente, y tengo la clara intuición de que su mirada estaba muy condicionada por los elementos ornamentales de metalistería”, elabora.

En su caso, Ortiz hace el camino inverso. En vez de partir de materia orgánica, utiliza restos de basura industrial, de procesos automatizados, y les dota de una singularidad y una vida única: “Esos restos se muestran en el museo casi como una taxonomía, como una catalogación característica de la botánica”. 

La memoria contenida en los objetos, tema central en la obra del fotógrafo bilbaíno, adquiere una nueva perspectiva en esta muestra, que parte de los arquetipos industriales para dialogar con artefactos centenarios, y desafía de esta forma la percepción del espectador. “Me interesa mucho utilizar los referentes, la memoria, el cómo percibimos y cómo se muestran las cosas. Ahí entran en conflicto o en comunión muchísimas cualidades espaciales y simbólicas”, explica Ortiz.

El artista juega tanto con ese imaginario colectivo como con la memoria individual del espectador para resignificar el patrimonio industrial de su ciudad natal: “La percepción de una obra está vinculada a una interpretación que se asocia a pensamientos o a acontecimientos previos, colectivos e individuales, que uno genera entre la imagen que ve y las imágenes que ya ha podido ver previamente de ese autor o de otros, o del espacio fotografiado”.

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