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Novela escrita gracias a una Beca Leonardo en 2017

La novela de Isaac Rosa ‘Feliz final’ se estrena en la gran pantalla con la dirección de Helena Taberna

NORA GONZÁLEZ FORNÉS

En su novela Feliz final, fruto de una Beca Leonardo y publicada en 2018 por la editorial Seix Barral, Isaac Rosa (Sevilla, 1974) presenta la historia de una pareja en el momento de su ruptura, para retroceder y recomponer la cronología de ese amor. Siete años después, se estrena Nosotros, la película basada en el libro y dirigida por Helena Taberna. En palabras del autor, esta adaptación “invita a reflexionar sobre el amor contemporáneo, de qué manera nos amamos y nos desamamos, buscando conectar emocionalmente con los espectadores”.

27 marzo, 2025

Perfil

Isaac Rosa Camacho

El autor cuenta que la propuesta de adaptar Feliz final al cine surgió en un encuentro de escritores y cineastas que se organiza cada año en Madrid, llamado “Rodando páginas”. Allí se seleccionan unos cuantos libros que pueden ser llevados al cine, y se reúnen directores, productores, guionistas, para escuchar un pitch de los autores. “Al libro le salieron varios novios, varias propuestas de adaptación, pero la de Helena [Taberna] fue la primera y nos entendimos muy bien”, informa.

Rosa tiene bastante experiencia en ver cómo sus películas se llevan a la gran pantalla: Nosotros es la cuarta adaptación, después de La vida en rojo, El país del miedo y La mano invisible. Sin embargo, apunta, no es muy posesivo con su obra: “No la considero intocable, ni siento que tenga que validarla o dar la aprobación de nada. En este caso, por ejemplo, me parece acertada la decisión del cambio de título que Helena ha elegido. También es una forma de evitar un malentendido con lectores que vayan buscando una adaptación literal, página a página, ya que la película –como en la mayoría de los casos en que se han adaptado libros míos– está basada o inspirada en la novela”. 

Añade que, incluso en el caso de que no gustara el resultado, la película seguiría siendo del director: “Una adaptación no deja de ser una lectura, la visión de alguien que ha leído la novela y la ha reinterpretado”. El escritor lo ve como una forma de ampliar lo se proponía con el libro, es decir, propiciar una conversación personal y pública sobre la forma en que nos amamos, además de ser un amplificador de su literatura hacia nuevos lectores.

Aunque en Nosotros no participó en la elaboración del guion, admite que se sintió muy cercano y vinculado al proyecto, ya que Taberna le iba informando y consultando todos los avances y estuvo presente en el rodaje. En Feliz final, Rosa utiliza códigos textuales y narrativos formales, como el uso de las cursivas, las redondas, la separación de los párrafos, o el uso de la segunda persona, que dificultaban una adaptación literal al género cinematográfico. En ese sentido, alaba el trabajo de Taberna: “Era un reto adaptar la novela al lenguaje cinematográfico, Helena tuvo que renunciar a esos elementos formales y creo hizo un gran trabajo usando la imagen, los silencios, el trabajo de los actores y del espacio”.

La película se estrena en un año en el que obras, como Los años nuevos, de Rodrigo Sorogoyen, o El tiempo que tenemos, de John Crowley, han dirigido la mirada hacia la historia de parejas que se desgastan a lo largo del tiempo. Para Rosa, lo que diferencia a Nosotros de esas historias es precisamente su carácter mundano: “En muchos de esos casos hay un elemento extraordinario o muy dramático, pero esta es una historia de amor a pie de calle. Un hombre y una mujer se conocen, se enamoran, tienen una hija y la vida les va sacudiendo, tensionando y desgastando, hasta que se convierten en dos extraños”.

Como en el libro, la película juega con los saltos en el tiempo para responder a la pregunta de “¿Qué pasó para llegar hasta aquí?”. Rosa compara este planteamiento al del género negro: “Es como en las películas en las que aparece un cadáver en el primer minuto flotando en una piscina, y te pasas toda la película intentando averiguar quién lo mató, qué pasó. Aquí ves el cadáver del amor muerto en la primera escena de la mudanza tras la separación. Y toda la película es un intento de descifrar cómo ‘se nos murió el amor’: ¿De tanto usarlo? ¿O alguien lo mató?”, elabora.

A lo largo de esa reconstrucción de los hechos también entran en juego factores sociales y económicos, como la precariedad laboral, los elementos materiales, la aceleración del mundo en el que viven los personajes, las referencias culturales y las expectativas del amor como sociedad y propicia, según Rosa, “una reflexión sobre lo que pasa para que dos jóvenes enamorados que están locos por estar juntos acaben hasta a despreciarse”.

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