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La catálisis: una gran desconocida, pero esencial para la vida

RAQUEL PÉREZ HERRERA

La investigadora Raquel Pérez Herrera, científica titular del Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea (ISQCH, Universidad de Zaragoza-CSIC), analiza en este artículo la importancia de la catálisis, tras la reciente concesión del Premio Fronteras del Conocimiento en Ciencias Básicas a tres grandes pioneros en este campo tan trascendental como desconocido: Avelino Corma, John Hartwig y Helmut Schwarz. Desde su experiencia como especialista en organocatálisis asimétrica y beneficiaria de una Beca Leonardo en 2018 para desarrollar un proyecto en este área, la doctora Pérez Herrera pone en valor la catálisis como una campo crucial para la transición energética, la salud global, la producción alimentaria y la sostenibilidad del planeta.

24 abril, 2025

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Raquel Pérez Herrera

No suele ocupar titulares ni acapara la atención del gran público, pero sin ella, la vida tal como la conocemos no existiría. La catálisis, esa ciencia silenciosa que impulsa transformaciones químicas fundamentales, está en el corazón de procesos que van desde la respiración celular hasta la producción de medicamentos, alimentos y combustibles; y, sin embargo, para muchos, sigue siendo una gran desconocida.

Reconocida como uno de los doce principios fundamentales de la química verde propuestos por Anastas y Warner, la catálisis representa hoy uno de los grandes retos —y al mismo tiempo soluciones— frente a la crisis ambiental y energética global. En un mundo donde la sostenibilidad ya no es una opción, sino una urgencia, esta disciplina se revela como una de las herramientas más poderosas y versátiles de la química moderna.

Desde siempre ha estado ahí: la biocatálisis, por ejemplo, es la base de todos nuestros procesos metabólicos. Cada célula de nuestro cuerpo depende de enzimas —biocatalizadores— para funcionar. Pero más allá de la biología, la catálisis ha extendido su influencia a prácticamente todas las áreas industriales y tecnológicas. Es difícil imaginar una reacción a gran escala —desde la síntesis de principios activos hasta la captura de CO₂— que no dependa, directa o indirectamente, de un catalizador.

Este impacto invisible, pero monumental, ha sido recientemente reconocido por el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Ciencias Básicas, otorgado a tres figuras clave del campo: Avelino Corma (Universitat Politècnica de València-CSIC), John Hartwig (Universidad de California, Berkeley) y Helmut Schwarz (Universidad Técnica de Berlín). Este prestigioso galardón no solo celebra sus trayectorias científicas excepcionales, sino que pone en valor un área crucial para la transición energética, la salud global, la producción alimentaria y la sostenibilidad del planeta.

Tres pioneros, tres caminos, una misma revolución

Avelino Corma ha revolucionado la catálisis heterogénea a través del diseño de zeolitas: materiales microporosos capaces de seleccionar de forma precisa las moléculas que intervienen en una reacción. Sus avances han dado lugar a procesos más limpios y eficientes en industrias clave como la energética, cosmética o alimentaria. Con más de un centenar de patentes, Corma demuestra cómo la investigación básica puede traducirse en soluciones prácticas a desafíos globales.

John Hartwig, por su parte, ha llevado la catálisis homogénea a nuevas fronteras, desarrollando catalizadores capaces de construir moléculas complejas con una precisión extraordinaria. Sus descubrimientos han sido fundamentales para la síntesis de medicamentos contra el cáncer, el VIH o la hepatitis, y para la creación de materiales avanzados. Su trabajo con catalizadores organometálicos y enzimas modificadas abre la puerta a reacciones dentro de células vivas, acercando aún más la química al funcionamiento de la vida.

Helmut Schwarz ha aportado una visión profundamente fundamental del fenómeno catalítico, desentrañando, a nivel atómico, los mecanismos que rigen la activación de enlaces químicos. Sus estudios en fase gaseosa y su enfoque computacional han permitido entender procesos que antes se consideraban inaccesibles, con implicaciones directas en la eficiencia energética y la reducción de residuos.

Una ciencia con vocación de futuro

Hoy, la catálisis no solo busca mejorar el rendimiento de las reacciones, sino transformar por completo la forma en que concebimos la química. La presión por reducir el impacto ambiental ha impulsado el desarrollo de catalizadores más selectivos, reutilizables y eficientes. Ya no se trata solo de hacer más, sino de hacerlo mejor: con menos energía, menos pasos, menos residuos.

En este marco, la organocatálisis asimétrica —campo en el que se centra mi propia investigación— ofrece una alternativa prometedora. Utilizando pequeñas moléculas orgánicas como catalizadores, muchas de ellas inspiradas en productos naturales, se pueden inducir reacciones altamente selectivas sin necesidad de metales pesados. Este enfoque es especialmente valioso en la síntesis de fármacos, donde la forma tridimensional de una molécula puede determinar si un compuesto es curativo o tóxico. El objetivo es claro: diseñar catalizadores robustos, versátiles y reciclables que puedan escalarse sin comprometer ni la eficacia ni la sostenibilidad.

El futuro de la catálisis pasa por entenderla a nivel molecular y diseñarla con precisión. Las herramientas digitales, como la inteligencia artificial y la simulación computacional, están acelerando el descubrimiento de nuevos catalizadores y permitiendo enfoques más racionales y sostenibles. La meta es ambiciosa, pero alcanzable: construir una química circular, donde los residuos se conviertan en recursos y cada molécula se transforme con el menor impacto posible.

En un mundo que exige soluciones urgentes, y a pesar de su carácter silencioso, esta disciplina seguirá desempeñando un papel fundamental en la ciencia y en la industria del futuro.

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