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Entrevista a Sirio Canós, Beca Leonardo en Humanidades en 2023

“Hemos demostrado arqueológicamente la existencia de un reino que vivía hasta ahora en la oralidad y la música”

JUAN PUJOL RODRÍGUEZ / NORA GONZÁLEZ FORNÉS

Hubo entre los siglos XIII y XIX un reino africano que se extendía en el territorio de los actuales Senegal, Gambia y Guinea-Bissau, cuya estructura urbanística, política y social se diferenciaba de cualquier otra, y que mantuvo oculta la localización de su capital a los europeos que venían a comerciar con sus habitantes. Hasta hace poco, la leyenda del reino de Kaabu y su capital, Kansala, pervivían en relatos orales y canciones tradicionales, presentes en el imaginario colectivo de los locales. Sin embargo, su existencia nunca se había probado arqueológicamente.

27 marzo, 2025

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Sirio Canós Donnay

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Proyecto arqueológico de Kansala

A la arqueóloga Sirio Canós le había atraído el imperio de Mali, y tras leer sobre su colapso, se interesó por el reino de Kaabu: “Me fascinó que fuera la única provincia surgida del imperio de Mali que llegara como reino poderoso y operativo hasta la época colonial”. Cuenta Canós que le resultó difícil conseguir financiación para investigarlo, ya que el lugar donde se asentó Kansala es muy remoto, y costaba apostar por un proyecto cuyo éxito estaba solo respaldado por la música y los relatos locales. Finalmente, en 2023, obtuvo una Beca Leonardo, que le permitió viajar a Guinea-Bissau, y poner en marcha la primera investigación arqueológica que demuestra su existencia. 

Pregunta.- Desde un punto de vista arqueológico, ¿qué importancia tienen estos hallazgos?

Respuesta.- Hasta ahora, solo sabíamos de la existencia de Kansala a través de las tradiciones orales, porque los europeos nunca estuvieron allí, no sabían que la ciudad existía, ni dónde se hallaba. Ahora hemos demostrado que efectivamente existió, que las ruinas de su capital están allí, y las hemos podido datar. También hemos podido empezar a entender la naturaleza de ese reino: con qué y quién comerciaba, y cómo estaba estructurado urbanísticamente.

P.- ¿Cuál ha sido el papel de la tradición oral en este proyecto?

R.- Algunos de los ancianos del pueblo donde anteriormente estaba Kansala son descendientes del último rey, como por ejemplo Queba ‘Tombon’ Sané, el actual guardián del yacimiento, con quien estuvimos en contacto. La ciudad fue abandonada en la década de 1860, tampoco hace tanto tiempo. Y esta es una zona de tremenda riqueza oral, en la que las historias se cuidan y se preservan muy bien a través de las generaciones. Poco a poco hemos ido demostrando arqueológicamente que toda esa información que nos habían adelantado los ancianos es cierta, como el lugar exacto de la zona real, por el hallazgo de materiales de importación, o del polvorín, por los restos de balas. Pero además de que esas historias pasaran de padres a hijos, en toda la zona del Antiguo Imperio de Mali contamos también con la historia oral recogida por los griots.

P.- ¿Qué son los griots?

R.- Son maestros de la palabra oral y músicos. En la cultura de esta zona música e historia son indisolubles. De hecho, cuando con mi equipo empezamos a presentar los resultados arqueológicos, varias veces nos dijeron que paráramos, porque no había música de fondo. Allí, la música y la historia han de ir unidas, si no, se considera inapropiado. Los griots solían estar asociados a familias nobles, un poco como los bardos medievales en las cortes de Europa, y cantaban alabanzas en referencia a hechos históricos. Ahora, aunque no sean los nobles quienes los mantienen, es muy común contratar uno para que te cante tus alabanzas. Por ejemplo, cuando un ministro nos vino a visitar a la excavación, trajo con él su propio griot.

P.- ¿Y estuvisteis en contacto con otros griots?

R.- Sí, tuvimos el privilegio de colaborar con dos grupos de griots: los de Tabató, asociados a otras partes del imperio de Mali, pero geográficamente próximos a Kansala, y uno de la familia Galissa, grupo especializado en la kora, un arpa preciosa que se cree que se inventó en Kaabu. Concretamente, contamos con Nino Galissa, un músico espectacular, descendiente directo de los griots que cantaban para los reyes de Kaabu. Y con él pudimos hacer una cosa muy bonita: un informe cantado de excavación.

P.- ¿Cómo fue esa experiencia?

R.- Los griots llevan siglos preservando la historia y nosotros como arqueólogos somos los recién llegados. Entonces, lo que hicimos fue poner en marcha un diálogo, tras el cual, ellos pudieron incorporar la información arqueológica a sus narraciones épicas cantadas y nosotros pudimos incorporar sus informaciones a la hora de interpretar los materiales que estábamos encontrando. Además, grabamos la canción en estudio e hicimos una gira por los pueblos y ciudades de la zona. Vimos señores mayores llorando de emoción, y tuvo tanto impacto que profesores de Arqueología de la Universidad de Gambia han empezado a incorporar los griots a las aulas universitarias. Así, encontramos una forma de celebrar y agradecer, desde el mundo académico, estas tradiciones de historiadores que ya existían.

P.- Cuáles eran las peculiaridades de la estructura del reino de Kaabu?

R.- Kaabu estaba estructurado como confederación, con múltiples provincias que eran pequeños reinos en sí, cada uno con su territorio, capital y su correspondiente fortaleza. De estas provincias había tres que se consideraban ‘reales’ y tenían derecho a gobernar Kaabu en su conjunto, lo que hacían por turnos desde Kansala.

P.- ¿Y cómo se estructuraba su capital, Kansala?

R.- En la capital se reproducía la distribución del propio reino. En el centro de la ciudad estaba la fortaleza real, que a su vez tenía tres partes. La más central, que era la parte a la que solo podía acceder la familia real y asesores, se llamaba muniyin, que en mandinka [lengua de África occidental] quiere decir “¿qué haces tú aquí?”. Alrededor de esta zona real había otras fortalezas, separadas por un espacio vacío de unos diez metros. Cada una de ellas representaba a una provincia de Kaabu, como una especie de delegación o embajada. Era una forma de materializar y visualizar la repartición de poder dentro del reino y supone una forma de urbanismo que no se conocía hasta ahora.

P.- ¿En qué momento se convirtió Kansala en la capital del reino?

R.- Nuestros hallazgos apuntan a que Kansala se fundó en el siglo XVII, con el propósito de ser capital del Reino. Es muy probable que este cambio fuera una reacción a la desintegración del Imperio de Mali, del que Kaabu formaba parte desde su fundación en el siglo XIII. La independencia requería una estructura política distinta, y la fundación de Kansala fue parte de esta adaptación.

P.- ¿Qué se sabe de las relaciones comerciales que mantenía el reino con los europeos?

R.- Kaabu hizo gran fortuna con el comercio atlántico de esclavos, materiales y objetos. Sin embargo, guardaba muy cuidadosamente la situación de su capital. Comerciaba con los europeos en los ríos, como el Gambia, y en la costa atlántica, pero los mantenía a una cierta distancia. Lo que sí que llegaban eran los materiales europeos, por ejemplo, el plomo, el sílex o la plata, para la fabricación local de balas, armas y joyas, ya que estos materiales no se encuentran de forma natural en la zona.

P.- ¿Cuál fue el motivo de la caída del reino?

R.- Kaabu cayó en el siglo XIX como resultado de una combinación de problemas internos y ataques externos, en particular la guerra contra el Fuuta Jalon, un sultanato vecino en la actual Guinea-Conakry. Como confederación, Kaabu no tenía un ejército unificado sino que cada provincia tenía el suyo propio, que se centralizaba cuando un ataque externo lo requería. El ataque del Fuuta Jallon tuvo lugar en medio de un conflicto de sucesión, con lo cual cuando Kansala convocó  a todas las provincias, casi ninguna respondió. Ante esta situación, el último rey de Kaabu decidió prenderle fuego al polvorín de la ciudad y hacerla volar por los aires antes de que cayera en manos enemigas.

P.- ¿Cuál es el legado de Kansala en el imaginario colectivo de la zona?

R.- En Senegal, Gambia o Guinea-Bissau, si mencionas Kansala, inmediatamente se invocan las palabras “turuban Kansala”. Turuban se traduce a menudo como “aniquilación”, pero su significado literal es “el fin de la semilla”. Cuando se acaba una semilla, ya no la puedes plantar, y se termina algo. Turuban Kansala hace referencia al fin de la dominación de Kaabu y de su poder regional, que es lo que precede al colonialismo. Entonces, cuando se habla de Kansala, se alude al fin de una época, que en el imaginario colectivo de toda esta región fue importantísima. Supone a la vez una fuente de tristeza, por lo que dejó de ser, pero también una fuente de orgullo, por ser un referente de lo que fueron y de lo que pueden llegar a ser los Estados africanos.

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