Entrevista con Edurne Rujas, Beca Leonardo en Biomedicina en 2022
“Desarrollo anticuerpos con mochila para llevar cantidades altas de fármacos a las células tumorales”
“No voy a curar el cáncer, pero que alguna persona se pueda beneficiar de mi trabajo es muy enriquecedor”, declara Edurne Rujas (Vitoria, 1988). La investigadora, bioquímica y doctora por la Universidad del País Vasco (UPV) que fue Premio Connell al mejor investigador posdoctoral de la Universidad de Toronto, recibió una Beca Leonardo en 2022 para desarrollar “anticuerpos con mochila” capaces de administrar altas dosis de fármacos a las células tumorales de manera dirigida. Ahora es Ikerbasque Research Fellow en la Universidad del País Vasco y comparte los resultados de su proyecto Leonardo “para hacer partícipe a la sociedad”, un paso esencial, considera, en la lucha contra el cáncer.
26 septiembre, 2024
Pregunta.- En tu proyecto Leonardo empleas “anticuerpos con mochila” para administrar fármacos a células tumorales de forma efectiva. ¿En qué consiste esta investigación exactamente?
Respuesta.- Yo me dedico a la ingeniería de anticuerpos. Los anticuerpos reconocen partes concretas de los virus o de las células tumorales y se unen a ellos para combatirlos. Pero también se puede unir un fármaco al anticuerpo para hacerlos más fuertes: si el anticuerpo fuera un policía, con los ojos ve al ladrón, pero tú le dotas de una pistola para que pueda frenarlo más fácilmente.
Sin embargo, existe una limitación en cuántos fármacos puedes poner por cada anticuerpo. Esto es malo porque cuanto mayor sea la dosis del fármaco que pueda llevar el anticuerpo, más eficaz será el tratamiento y menos efectos secundarios tendrá. Además, uno de los problemas más grandes que tienen los tumores es que generan resistencias a los fármacos, y una de las maneras para intentar combatir esto es hacer combinaciones de fármacos diferentes para que esas células cancerígenas tengan menos oportunidad de reproducirse: igual pueden librarse de uno, pero desarrollar mecanismos de resistencia contra varios a la vez es muy difícil.
Entonces, si normalmente puedes llevar una dosis de ocho fármacos por anticuerpo, al empezar a meter combinaciones vas a llevar dosis de cuatro y cuatro como mucho, es decir, estás bajando la dosis de cada uno de ellos. Además, si intentas subir la cantidad de fármacos en cada anticuerpo, este sería menos soluble y aguantaría menos en sangre –es decir, se eliminaría antes– porque los fármacos suelen ser hidrofóbicos y en dosis elevadas están más expuestos.
En este proyecto, hemos propuesto desarrollar una molécula que sí sea capaz de llevar fármacos hidrofóbicos y además en cantidades altas, de manera que puedas empezar a hacer combinaciones y, aun así, llevar una cantidad elevada de cada fármaco. Para ello, hemos propuesto hacer una fusión entre el anticuerpo y un nanodisco de lípidos que funciona como si fuese una mochila que el anticuerpo lleve. Dentro del nanodisco, las drogas pueden estar más a gusto. El nanodisco actúa como una bolsita de aceite, que no se mezcla con el agua, y hemos demostrado que podemos transportar hasta 160 fármacos dentro de él.
Hemos comparado estos anticuerpos cargados con 160 fármacos con otros anticuerpos generados de forma tradicional, y hemos visto que al llevar más droga, sí tenemos una potencia más elevada en cuanto a evitar que la célula cancerígena se divida.
P.- ¿Cómo surgió la idea de fabricar anticuerpos con mochila?
R.- Ya desde la tesis doctoral y también durante mi etapa posdoctoral en Toronto, mi cabeza siempre estaba pensando en cómo hacer que un anticuerpo sea mejor. Siempre me he enfocado en intentar ver lo que hace falta en el campo e identificar dónde está el problema para ver cómo solucionarlo con las herramientas que existen.
En el caso de los anticuerpos con mochila, existen muchos vehículos para aumentar la tasa de entrega de las drogas. Pero la clave de este proyecto ha sido combinar la especificidad de un anticuerpo concreto con la alta capacidad de carga que tienen las moléculas de los nanodiscos.
P.- Si todo sale como esperas, ¿cuál sería el resultado ideal de tu proyecto?
R.- Son palabras mayores, pero me gustaría llegar a un ensayo clínico y ver que esta molécula tiene una eficacia mayor de lo que existe en la clínica y, por lo tanto, da un beneficio al paciente. Pero soy consciente de que estamos en un estado muy inicial del proyecto. La Fundación BBVA ha permitido diseñar a nivel molecular estas proteínas y, para la complejidad que podría tener, yo creo que el proyecto está yendo bastante rápido. En el año y medio o dos años que han pasado desde que empezamos, somos capaces de producir las moléculas, las hemos cargado con drogas, hemos cuantificado la droga que lleva y hemos hecho ensayos funcionales.
Ahora, por un lado, queremos optimizar la potencia todavía más, porque creemos que tenemos margen para añadir más fármacos. Pero el paso más inmediato es demostrar que en ratones, los anticuerpos aguantan en sangre por lo menos varios días. Porque el ambiente más aceitoso que estamos proporcionando para los fármacos debería lograr que aguanten bien aunque lleven un montón de drogas, pero eso lo tenemos que probar.
El siguiente paso sería hacer un estudio de eficacia en ratones, en el que generemos los tumores y veamos que los anticuerpos con mochila funcionan bien no solo in vitro sino también en un contexto animal. Y, si todo eso va bien, intentaríamos hacer en un futuro lejano un estudio clínico.
P.- ¿Para qué tipos de cáncer podrían servir los anticuerpos con mochila?
R.- Nosotros desarrollamos una plataforma para potenciar funciones de los anticuerpos. Inicialmente la estamos utilizando para linfomas, simplemente porque el anticuerpo que estamos empleando reconoce un receptor de las células B. Pero ahora que tenemos los primeros datos preliminares con este anticuerpo, estamos cambiando el anticuerpo de manera que, en vez de reconocer un receptor de las células B, reconozca un receptor de células cancerígenas de mama. La idea es la misma: siempre y cuando el anticuerpo reconozca un receptor y pueda entregar la droga, debería funcionar.
Además, si sale una droga que es mejor que las que existen actualmente, la podrías poner en este sistema. Si se descubre un receptor nuevo en un cáncer, se podría utilizar ese anticuerpo: es una plataforma modular.
P.- Desde tu experiencia como investigadora, ¿qué crees que debería saber la sociedad sobre el cáncer?
R.- Cuídate, busca buenos hábitos y no esperes al tratamiento. Pero si ya hace falta tratamiento, hace falta investigación. Es importante que la sociedad sepa en lo que se investiga para hacerles partícipes y que, cuando las personas puedan decidir en qué invierten, que lo hagan sabiendo lo que se hace en los laboratorios.