Obtuvo una Beca Leonardo en 2024 en Ciencias del Medio Ambiente y de la Tierra
“Observar incendios desde el espacio ayuda a predecir impactos tan devastadores del fuego como los que ha sufrido Los Ángeles”
Belén Franch (Valencia, 1984) investiga para mejorar la monitorización de incendios por satélite y orientar las decisiones sobre dónde centrar las labores de reforestación. Profesora titular de Física de la Tierra en la Universitat de València, considera que es esencial potenciar el cuidado de los montes y, sobre todo, la educación ambiental para prevenir los peores impactos de los incendios en el contexto del cambio climático.
30 enero, 2025
Pregunta.- ¿Qué aporta a la investigación sobre incendios la vigilancia de este fenómeno desde el espacio?
Respuesta.- Los incendios, por desgracia, están evolucionando a peor, debido al cambio climático que estamos sufriendo inducido por el ser humano. Esto está haciendo que la temporada de incendios cada vez se extienda fuera de lo que ha sido común: la temporada de incendios siempre se restringía al verano y ahora podemos ver que ocurren también fuera del verano. Por ejemplo, los incendios recientes de California han ocurrido en enero, cuando el clima es muy parecido al mediterráneo. En este sentido, la teledetección nos puede ayudar a hacer un seguimiento a los incendios mientras están siendo activos. Podemos determinar en qué puntos ha surgido un incendio y saber qué evolución está teniendo tanto el propio incendio como los gases que genera. Una vez que ha ocurrido el incendio, podemos evaluar qué área ha sido afectada y la severidad ocasionada por las altas temperaturas.
P.- ¿Cuáles son los objetivos de tu proyecto Leonardo en este campo? ¿Qué novedades esperas aportar a este campo de investigación?
R.- Gracias a la Beca Leonardo, vamos a generar un geoportal en el que vamos a tener una visión dinámica de los incendios. Vamos a integrar toda la tecnología de teledetección —o monitorización por satélite— que tenemos en la actualidad para hacer un seguimiento de los puntos calientes de los incendios que estén ocurriendo, centrándonos en la Península Ibérica, y en España en particular, y de los gases que están siendo emitidos.
La innovación de este proyecto es precisamente enfocarnos en la severidad de cada incendio sobre el suelo, en función de lo altas que hayan sido las temperaturas. Eso habrá afectado al suelo de una forma u otra e influye en cómo se va a recuperar ese suelo. Entonces, queremos categorizar el área quemada en función de la severidad para saber de qué manera se va a ir recuperando esa superficie.
Dentro del geoportal también analizaremos diferentes casos de incendios que ya hayan ocurrido, de nuevo mostrando su extensión categorizada por severidad y la evolución del área quemada.
P.- ¿Servirían estos casos para hacer predicciones sobre el daño que pueden hacer los futuros incendios que surjan?
R.- Aprendiendo de los incendios que ya han ocurrido, podemos ayudar a las autoridades locales a decidir en qué áreas se deben centrar las labores de reforestación. Pero la predicción de incendios es muy complicada porque, en general, la gran mayoría se deben a efectos humanos, bien por negligencia o bien intencionados. Eso es muy difícil de predecir, pero sí que se puede hacer un seguimiento de las condiciones meteorológicas que favorecen que existan esos incendios o que, una vez ocasionados, tengan un efecto más devastador o menos.
Por ejemplo, en California, los vientos muy secos y de muy gran envergadura hizo que estos incendios fueran tan gigantes y devastadores. Entonces, caracterizando las condiciones meteorológicas a lo largo de un punto caliente que detectemos por satélite, podemos saber si ese incendio va a ser fácilmente controlable o no.
Por ello, con la Beca Leonardo nos estamos centrando en estudiar todo lo que ha ocurrido en el pasado para ver si somos capaces de predecir las zonas que puedan tener más predisposición a este tipo de incendios tan devastadores. Los montes necesitan limpiezas cada cierto tiempo, y en las zonas en las que el mantenimiento de los montes es menor tienen mayor capacidad de incendiarse. De todas formas, por desgracia en la actualidad la mayoría de los incendios no ocurren por causas naturales sino humanas.
P.- En este sentido, ¿qué factores han contribuido a que los incendios que han afectado gravemente a la ciudad de Los Ángeles hayan sido tan devastadores?
R.- Estos incendios –que parece que han sido de origen humano, aunque no está claro si fueron intencionados o por negligencia- surgieron en entornos urbanos. En Estados Unidos tradicionalmente construyen las casas en madera, que les permite reconstruir muy fácilmente pero es un peligro de cara a los incendios forestales. Además, la población suele vivir cerca de bosques, por eso es fácil que un incendio que surge en una zona urbana se extienda rápidamente al monte. Eso fue lo que ocurrió en este caso y por eso tuvo una extensión tan grande.
P.- ¿Qué revela este episodio sobre la relación entre el calentamiento global y el riesgo de incendios extremos?
R.- La relación con el calentamiento global reside en la época del año en la que ha ocurrido el incendio, en enero. Hacía mucho tiempo que no llovía y hubo rachas de viento muy fuertes y secas, dos factores que no son comunes en esta época del año.
El calentamiento global está haciendo que los eventos extremos sean cada vez más extremos, que las épocas de sequía cada vez se alarguen más o incluso que llueva en zonas en las que no solía. La dana de Valencia ha sido un ejemplo de ello, el Mediterráneo está muy caliente y eso ha propiciado lluvias torrenciales en una época nada común.
P.- Entonces, ¿es razonable esperar una mayor incidencia y gravedad de los incendios debida al cambio climático?
R.- Sí. El cambio climático está propiciando las condiciones óptimas para los incendios, fomentando su incidencia, haciendo que sean más extensos y además está alargando la época de incendios fuera de lo habitual.
P.- ¿Qué podemos hacer en España ante este riesgo aumentado?
R.- Sobre todo, informar a la población. Los incendios son sobre todo de origen humano y la población debe ser consciente, por ejemplo, de que no hay que tirar colillas ni basura en los montes. Además, las autoridades deben controlar mucho las quemas agrícolas para que no causen incendios. También tendría que haber una mejor planificación a nivel gubernamental, desde el nivel local hasta el nacional, en cuanto a la gestión forestal. Los montes hay que limpiarlos haciendo cortafuegos. Por otra parte, hay que evitar la proximidad de grandes ciudades a las zonas forestales. Aunque la forma de construir en Europa no es en madera, como en Estados Unidos, y por eso es impensable que lo que ha ocurrido allí ocurra aquí exactamente igual, el hecho de que haya humanos cerca de un bosque hace que cualquier descuido ocasione un incendio forestal, que es devastador a nivel natural pero también es peligroso para el ser humano.
P.- ¿Cómo estamos en España en este sentido?
R.- No estamos preparados para los incendios, queda mucha pedagogía por hacer. Las autoridades deben tomarse en serio la gestión urbanística y forestal, porque estas medidas son las primeras que sufren en los recortes políticos. El ser humano es cortoplacista y el impacto de estas medidas se evalúa a largo plazo, pero son importantes y por eso creo que tenemos que tener un cambio de mentalidad para hacernos cargo de cómo las acciones que hacemos hoy van a afectar a nuestro entorno el día de mañana.
P.- La NASA te concedió dos premios por tu investigación. ¿Por qué recibiste estos reconocimientos?
R.- Mientras realizaba la tesis aquí en Valencia, hice estancias en la Universidad de Maryland, en Estados Unidos. Cuando acabé, el investigador con el que colaboraba allí obtuvo una plaza en la NASA y me ofreció un puesto con él. En aquel momento investigaba en teledetección pero enfocada a la monitorización de la agricultura. Estuve trabajando allí siete años y, cuando llevaba cinco o seis años allí me concedieron la Early Career Achievement Medal, que es un premio a la primera etapa posdoctoral de mi carrera. Las candidaturas son indirectas así que algún compañero de la NASA me nominó, y valoraron mi capacidad de conseguir proyectos, los artículos científicos que realicé y, sobre todo, el algoritmo que desarrollé para monitorizar la agricultura.
El premio tuvo una repercusión muy grande ya que esa medalla se suele conceder más a la comunidad de astrofísica. El área de teledetección no es tan conocida dentro de la NASA y fue una grata sorpresa obtenerla, más aún siendo extranjera.
Después, nos concedieron otro premio al grupo de investigación por un proyecto en el que trabajamos con la base de datos histórica más larga de un cierto satélite. Trabajamos muy duro para lograr que la base de datos fuera consistente, no simplemente una colección de imágenes bonitas sino que tuviera una consistencia desde el punto de vista científico.
P.- De cara al futuro, ¿cuáles son los principales retos en tu campo?
R.- Vamos hacia una época en la que cada vez hay más información. Tenemos más satélites, mayor resolución espacial y espectral… es muchísima información que gestionar, y por eso es cada vez más difícil modelizar. Ahora están de moda los algoritmos de inteligencia artificial, que son modelos estadísticos así que aún hay que ser un poco cautos con ellos. Sobre todo, la muestra estadística tiene que ser bastante grande para que estos algoritmos realmente sean útiles. Pero, para gestionar estos grandes volúmenes de datos, tendremos que avanzar con inteligencia artificial.
El problema es que, a día de hoy, aún no es tan inteligente. Actualmente nos basamos en modelos físicos en los que se restringen las condiciones para que tengan sentido físico, para que sigan una causalidad. Por ejemplo, la temperatura de un incendio no puede ser nunca negativa. Este hecho tan lógico forma parte del modelo físico, pero un modelo de inteligencia artificial no tiene por qué saberlo.
P.- ¿Crees que se está haciendo lo suficiente a escala internacional frente al reto del cambio climático?
R.- No se está haciendo lo suficiente, y es deliberado. Como comentaba, el ser humano es cortoplacista, y los gobernantes aún más. Pero hay un consenso internacional de que el cambio climático existe, es ya crítico, genera unas pérdidas económicas increíbles y, por supuesto, cobra vidas. El cambio climático mata, lo hemos visto con la dana. Si la gente no es consciente de esto y no se actúa para que los gobernantes vean que no luchar contra el cambio climático es una medida impopular, llegará un punto en el que ya no podremos hacer nada.
P.- En este sentido, ¿qué crees que se puede hacer desde la comunidad científica para afrontar el negacionismo climático?
R.- Los científicos nos hemos vuelto divulgadores y yo creo que la divulgación tiene que estar dentro de nuestra profesión. Creo que es una cuestión de educación desde la base y de evitar el ruido mediático. En los colegios se lleva diciendo muchos años que hay que reciclar, pero también hay que tener conciencia, por ejemplo, de los incendios, de que cuando vas al monte no puedes dejar basura. Y en los medios no se pueden permitir las voces que emiten el mensaje fácil de que el cambio climático no existe, hay que acabar con las fake news. Tenemos una sociedad en la que la gente joven cada vez se cree más esas fake news, y para luchar contra ellas hace falta información y educación, sobre todo. Esperemos que seamos capaces de afrontar ese reto entre toda la sociedad.