NOTICIA Realizada gracias a una Beca Leonardo en Artes Plásticas y Arte Digital
Bárbara Fluxá presenta ‘El capítulo del mar (NaCl+H2O)’, una instalación artística multidisciplinar sobre las paradójicas relaciones entre humanidad, tecnología y naturaleza
El Parque Natural de las Salinas de Santa Pola se extiende a lo largo de 2.500 hectáreas al sur de Alicante. Flamencos, cigüeñuelas y garzas forman parte habitual de un paisaje donde anidan especies en peligro de extinción como la cerceta pardilla y aves limícolas tan características como la avoceta. Su importancia como ecosistema es tal que forma parte de la lista RAMSAR -el tratado intergubernamental sobre Humedales de Importancia Internacional- y está catalogada como Zona de Especial Protección para las Aves.
9 enero, 2020
La cercanía familiar a este paraje atrajo el interés de Bárbara Fluxá, artista multidisciplinar que centra su investigación en los ensamblajes entre naturaleza, humanidad y tecnología. En su trabajo adopta una perspectiva crítica para analizar “cómo la sociedad occidental y el sistema capitalista explotan el territorio exclusivamente como recurso económico y no como un entorno/refugio de convivencia y habitabilidad conjunta entre humano y no humanos”. Además, explica, “mi manera de entender la ecología no es reaccionaria, pues el futuro no se puede entender sin la tecnología: no podremos salir de esta crisis sistémica, por ejemplo, sin la energía solar, que es innovación tecnológica puntera”.
“Somos una especie transformadora del entorno por nuestra propia naturaleza y por eso precisamente hemos sobrevivido. El problema es que nos hemos pasado: de cantidad, de velocidad y de intensidad”, razona Fluxá. Por el contrario, las Salinas de Santa Pola, cuya explotación se inició a finales del siglo XIX, “es un ejemplo constructivo y positivo de convivencia de industria, tecnología, paisaje y naturaleza. Se da la paradoja de que el Parque de las Salinas de Santa Pola lo propicia la industria minera a través de la creación de unas balsas que antes no existían y por las que hace circular, bombeando durante 24 horas al día, el agua marina. Ese procedimiento absolutamente mecánico es la base de la alimentación de numerosas especies de aves, que se nutren de los peces e invertebrados que penetran en las salinas gracias a esta explotación extractiva”, añade.
Y este es precisamente el foco de El capítulo del mar (NaCl+H2O), una instalación multidisciplinar compuesta por vídeo, escultura, dibujo, pintura y otros elementos realizada gracias a una Beca Leonardo en Artes Plásticas y Arte Digital de la Fundación BBVA y que por primera vez se presenta completa en el Centro Párraga-Cendeac, en Murcia, donde se inaugura este 9 de enero y se podrá visitar hasta el 21 de febrero.
Una aproximación que evita tanto el catastrofismo como la imagen idílica
El centro de la muestra es un vídeo monocanal de gran formato con banda sonora original que se proyecta ortogonalmente en el suelo y que, dividido en cuatro partes, muestra otras tantas localizaciones del parque natural definidas por su aumento en concentración de sal por litro. Así, el espectador ve simultáneamente el mar, una balsa donde aumenta la concentración de sal pero en niveles aptos para la habitabilidad de aves y peces, y dos decantadoras, donde la cantidad del mineral permite solo la microbiota halófila -la de organismos adaptados a altas condiciones de salinidad- o ninguna vida en absoluto. “La proyección plantea un viaje en vertical a distintas escalas desde una visión microscópica -vida halófila, texturas y materias- a una perspectiva panorámica desde un vuelo aéreo con dron”, detalla la artista. “Mi propósito desde el arte a la hora de abordar la naturaleza, hoy en crisis, es huir tanto de una representación estética catastrofista como de una imagen idílica del entorno para encontrar otra manera o estrategia más crítica de interpretar el paisaje: menos sublime, más técnica, y por qué no –desde la especulación y la utopía– menos humana”.
Arropando al vídeo se instalan esculturas en sal, microfotografías, dibujos, pinturas cartográficas y restos de materiales encontrados en el parque natural. Algunos de estos elementos se exponen bajo lentes de aumento y “también hay un monitor donde vemos vida halófila (estos videos de bacterias, diatomeas y demás microbiota hipersalina fueron cedidos generosamente por el biólogo griego George Hotos) donde a través de un potente microscopio es posible observar la riqueza de estos organismos que han atraído el interés de científicos de todo el mundo porque se desarrollan en un entorno muy parecido al que se piensa pudo dar lugar al origen de la vida en la Tierra. Las sinergias del proyecto con la ciencia han sido constantes y en mi investigación he tenido el placer de conocer, por ejemplo, a Francisco Mojica, premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Biomedicina por descubrir junto a Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier la técnica de edición genómica CRISPR. Mojica aportó la ciencia básica a través del estudio del genoma de un microorganismo –Haloferax mediterranei– aislado precisamente en las mismas salinas de Santa Pola donde yo he trabajado. Gracias a este encuentro, por ejemplo, incorporé en la exposición una imagen científica proporcionada por el propio Mojica”, relata Fluxá. La instalación se completa con una torre de avistamiento de aves que permite al visitante disfrutar de la distancia crítica necesaria para visualizar el complejo entramado expositivo en las mejores condiciones.
Buscando una mirada al paisaje desde dentro
El capítulo del mar (NaCl+H2O), es la segunda entrega de la serie “Capital natural”, que comenzó con El capítulo de los áridos (CaO3), producido en una cantera asturiana, y al que seguirá El capítulo del bosque (CH10O5), en torno a la industria maderera gallega. “Cuando el foco de un proyecto se pone en un mineral o una materia prima se abre una perspectiva muy diferente para representar el territorio: no lo muestra desde arriba, en posición de dominación, sino desde dentro, en íntima colaboración. Al incluir la fórmula química en el título ‘cloruro de sodio (NaCl) y agua’ mi intención era dar una pista sobre esta cuestión, sugerir que la visión humana cultural (la propia que observa el paisaje) es compleja y paradójica, siempre entre lo técnico y lo simbólico”, puntualiza Fluxá.
“La gran característica del paradigma moderno es que es absolutamente paradójico en cuanto a nuestra relación con el espacio-naturaleza y esas contradicciones afloran en la obra. Las salinas de Santa Pola son una explotación minera que a la vez respeta los procesos naturales de la deshidratación de la sal, en una suerte de agricultura tradicional e industrial a un mismo tiempo; en convivencia con el Parque natural que ella misma genera. Los flamencos, los peces o la vida microscópica salina coexisten durante los meses de verano con los mineros de la explotación, que llevan a cabo un duro trabajo industrial soportando las altas temperaturas y el contacto con la sal. Somos seres antropotécnicos y hacemos cosas maravillosas con nuestra inteligencia y capacidad de innovación; pero al mismo tiempo, no debemos olvidar que esa misma capacidad puede provocar nuestra propia extinción; digamos que somos víctimas de nuestra propio éxito”, concluye la artista.
¿Qué ha supuesto la Beca Leonardo para este proyecto? “Todo”, contesta. “Con la precariedad que hay en la profesión de las bellas artes en España, esta beca es una gran oportunidad y privilegio para abordar mi trabajo de investigación artística con el nivel y recursos que la idea original requería. Gracias a la Beca Leonardo durante el proceso creativo no estás pensando o buscando la financiación, sino que te dedicas exclusivamente a que la producción sea de la mayor calidad posible. Y eso es esencial, porque los proyectos cambian mucho en función de los recursos que uno tenga. Sin la beca, El capítulo del mar habría seguido estando en el tintero”.