Liesa es científico titular del Instituto de Biología Molecular de Barcelona (IBMB-CSIC) y dedicó su proyecto Leonardo a investigar el vínculo entre las enfermedades metabólicas y el mal funcionamiento de las mitocondrias, componentes de las células que desempeñan un papel clave en numerosos procesos biológicos. Obtuvo el doctorado en 2008 en el IRB de Barcelona y posteriormente se incorporó a la Boston University School of Medicine. En 2015 fue nombrado profesor adjunto del Departamento de Medicina de la University of California, Los Ángeles (UCLA), y en 2022 se incorporó a su puesto actual en el CSIC.

El biólogo constata que en las últimas décadas se ha producido un incremento muy elevado en enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares, de ahí que reciban el apodo de “las epidemias del siglo XXI”. Para abordarlas, sostiene el investigador, es esencial tener en cuenta cómo la interacción entre dieta y genética afecta al comportamiento de las mitocondrias, que fue el objetivo de su proyecto Leonardo.

“La mitocondria es como la central energética de la célula”, compara: “es donde ocurren las reacciones metabólicas más importantes. Hay mucha evidencia acumulada que muestra que los cambios en la función de las mitocondrias determinan el desarrollo de enfermedades metabólicas”. Cuando funcionan normalmente, las células cuentan con un mecanismo que separa y elimina las mitocondrias dañadas, pero este mecanismo se puede deteriorar por influencia genética o debido a la dieta. Por ello, el informe señala que es clave identificar qué componentes de la dieta alteran el proceso de separación y eliminación de las mitocondrias dañadas. Así, argumentan los autores, se podrán realizar recomendaciones dietéticas, especialmente en individuos con predisposición genética a tener mitocondrias más débiles, orientadas a preservar el buen funcionamiento de estos componentes de las células.

Es decir, sería clave secuenciar el genoma de cada individuo para conocer cómo puede afectar a la mitocondria. Sin embargo, Liesa aboga por una medicina aún más personalizada que analice el comportamiento de la función mitocondrial de cada individuo, y así lo refleja en el informe. “Es muy difícil predecir cómo la mitocondria respirará o quemará la grasa secuenciando todos los genes, es como si te lees el libro de instrucciones de una máquina: si haces un uso que no está en el libro de instrucciones, no sabes cómo responderá. Por ello habría que realizar ensayos funcionales que aislen células de la persona, las expongan a factores como un exceso de grasas y vean cómo responde la mitocondria”, propone el investigador.

Liesa argumenta que los ensayos funcionales son una herramienta prometedora para prevenir las enfermedades metabólicas, aunque alega que aún se debe acumular más evidencia científica antes de establecer la recomendación de que se incorporen a los análisis clínicos rutinarios. En cualquier caso, afirma el biólogo, definir estrategias de prevención es clave para abordar las enfermedades metabólicas: “Encontrar terapias para una enfermedad es caro y difícil. Por eso el énfasis tiene que estar en la prevención”, concluye.