ana_llopis_cardona_coloquial_tv_radio_redleonardo

Este proyecto Leonardo permitirá estudiar la aparición, predominio y mengua de términos en el habla común

Ana Llopis crea el primer corpus de lenguaje coloquial en el cine y la televisión

FUNDACIÓN BBVA

Al transcribir más de 100 películas y capítulos de series de televisión, Ana Llopis ha creado un repositorio de 800.000 palabras empleadas en el lenguaje coloquial desde los años 50 del siglo XX hasta la actualidad. El Corpus Oral de Coloquialidad Ficticia (COLFI) es el primero de este tipo en español y el tratamiento lingüístico de los términos permite hacer búsquedas muy precisas con las que estudiar la evolución del habla y detectar términos que se vuelven populares y otros que se estancan o se dejan de utilizar.

27 febrero, 2025

Perfil

Ana Belén Llopis Cardona

La mayoría de los directores que han forjado la historia del cine español han sido también guionistas de un buen número de sus películas, a través de las cuales es posible obtener un retrato evolutivo de la sociedad española, incluyendo un rasgo tan diferencial como la manera de hablar. Películas y series de televisión atrajeron, por este motivo, el interés de Ana Llopis, profesora titular en el Departamento de Filología Española de la Universitat de València, que en 2023 solicitó una Beca Leonardo para crear el primer corpus en español de lenguaje coloquial fílmico y televisivo.

La primera fase del trabajo ha concluido con la transcripción de más de 70 películas y una treintena de capítulos de series que permiten asomarse al tipo de habla más usada —el lenguaje coloquial— desde 1950 hasta la actualidad. Ese registro queda plasmado en títulos como Felices Pascuas (Juan Antonio Bardem, 1954), ¡Ahí va otro recluta! (Vicente Escrivá, 1960), Plácido (Luis García Berlanga, 1961), Abuelo made in Spain (Pedro Masó, 1969), Tigres de papel (Fernando Colomo, 1977), Colegas (Eloy de la Iglesia, 1982) o ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (Pedro Almodóvar, 1984). En su afán por construir historias con una cotidianeidad reconocible, directores y guionistas trazan, sin una intención deliberada pero de gran valor para la investigación académica, el mapa cronológico del modelado del lenguaje coloquial, en un catálogo que Ana Llopis ha completado con cintas como Todo por la pasta (Luis Marías, 1991), Historias del Kronen (Montxo Armendáriz, 1995), El bola (Achero Mañas, 2002), Una palabra tuya (Ángeles González-Sinde, 2008) o La inocencia (Lucía Alemany, 2019). En lo que se refiere a series de televisión, COLFI incluye de momento capítulos de una lista que arranca con Tres eran tres (1972) y concluye con La que se avecina (2017), pasando por clásicos como Farmacia de guardia (1993) o Al salir de clase (1999).

Como se trata de estudiar el registro coloquial, Ana Llopis ha utilizado varios filtros para reunir producciones propicias. “Son historias coetáneas, es decir, situadas en la España de la década en que se estrena la película. Por eso no hay cine fantástico ni westerns y sí un predominio de dramas y comedias, especialmente costumbristas”, explica. “En las tramas priman relaciones familiares o de amistad y abundan interacciones sobre temas cotidianos en entornos informales, porque esas tres circunstancias dan pie a la inmediatez comunicativa característica del lenguaje coloquial. Y como tengo particular interés en la evolución del lenguaje juvenil a lo largo de las décadas, sobresalen los personajes de entre 18 y 35 años de edad”.

Todos los términos reunidos en el corpus se han tratado desde una perspectiva lingüística, de manera que la base de datos permita hacer búsquedas por palabras completas, fragmentos o secuencias de palabras, así como por elementos gramaticales. Este etiquetado se extiende, asimismo, a las películas (ficha técnica) y los personajes, de los que se registra su nombre, sexo, grupo de edad, nivel sociocultural, tipo de ocupación y/o profesión, tipo de zona geográfica, o relación entre los personajes, entre otros aspectos. “Existen otras bases de datos sobre coloquialidad y las más usadas son las de grabaciones de conversaciones reales. Pero estas empezaron a crearse a partir de los años 90 del siglo pasado. Si quieres estudiar la evolución del lenguaje coloquial desde antes, necesitas un corpus como este, que es el primero que se crea en el ámbito de la ficción audiovisual en español”, señala Llopis.

Un viaje en el tiempo de la mano del lenguaje

La combinación de perspectiva temporal y base de datos “permite detectar fenómenos de difusión y recesión de expresiones típicas del lenguaje coloquial y las transformaciones sociales en cuyo contexto se producen”, detalla la investigadora de la Universitat de València. “En los años 60, los jóvenes empleaban sobre todo el vocativo «macho». Fue tan popular que incluso surgió «macha» para las mujeres, aunque no se extendió. En los años 70, «macho» va perdiendo fuerza en favor de «tío» y «tía», de modo que gradualmente se invierte la frecuencia de uso. En los ochenta ya era el vocativo preferido de los jóvenes, pero si analizas por grupos de edad constatas que esos jóvenes se hacen mayores y «tío/tía» se siguen usando en ámbitos informales entre las personas de 40, 50 o incluso 60 años”.

Los valores que impulsan los cambios sociales desempeñan un papel en estos cambios lingüísticos, razona Llopis. “Situémonos en un contexto de migraciones desde el campo a la ciudad en los años 50 y 60. La diferencia entre alguien que es «señor Antonio» y alguien que es «tío Antonio» es la de una relación de jerárquica en «señor» o una relación familiar, cercana y solidaria, en «tío». En los 70, los jóvenes escogen «tío» como vocativo en un proceso coherente con los movimientos de democratización. Es probable que esto explique por qué, también en ese periodo, «vale» acabó desplazando a la expresión «de acuerdo»: la primera era típica de las clases obreras y las formas de habla de ese origen triunfaron porque se pretendía romper esquemas, avanzar hacia una sociedad más igualitaria. Y, al igual que ocurrió con «tío», «vale» llegó para quedarse, como revela su omnipresencia hoy en personas de cualquier edad”.

Rastrear los diferentes significados que ha adquirido un término constituye un evocador viaje en el tiempo, en el que el paisaje cambia con los usos del lenguaje. Así ocurre, señala, esta filóloga, con «rollo». “Desde los años cincuenta se venía diciendo «ser un rollo» (‘pesado’) por influencia del cine; en los años sesenta se popularizó en la jerga juvenil la expresión coloquial «soltar un rollo», muy común también en la radio. No obstante, es en los años setenta cuando esta voz desarrolla numerosos sentidos («estar en el rollo», «darle al rollo», «irle/gustarle el rollo a alguien», «montarse el rollo», «ser un mal rollo», «tener un rollo», etc.) hasta convertirse en una palabra vaga, lo que dio pasó a que en los noventa se comenzara a utilizar en nuevos usos: «rollo amigos», al igual que «en plan». COLFI es una herramienta fantástica para radiografiar cambios de este tipo”.

Además de estudiar este tipo de fenómenos, Llopis apunta varias líneas de investigación que el corpus abre: “Se pueden comparar conversaciones reales con las de los personajes de ficción para detectar diferencias, pues las hay sobre todo en cuestiones de dinámica conversacional, como sucesión de temas, solapamientos, robo de turno de palabra, titubeos, entre otros. Por otra parte, dentro de la pragmática, que es como se denomina mi especialidad, se está desarrollando la línea de pragmática y cine, que estudia cómo los guionistas emplean el lenguaje para caracterizar a los personajes. Los primeros estudios surgieron en el ámbito anglosajón hace un par de décadas, pero en español apenas se ha publicado nada y un corpus como este ofrece posibilidades enormes”. Está convencida, además, de que la Beca Leonardo ha sido un punto de partida —“me ha dado alas para desarrollar este proyecto y singularizarme así en la comunidad investigadora”—, el comienzo de un camino cuyo alcance podrá calibrar en unos años, a medida que la explotación del corpus genere resultados: Entretanto, una meta: “En el futuro me gustaría incorporar nuevas películas y series para doblar el número de palabras, pues facilitará estudios estadísticos más fiables”.

 

Accede al archivo de Σ