NOTICIA Recupera música del Barroco gracias a una Beca Leonardo
Álvaro Torrente presenta “El baile perdido” en el Auditorio Nacional de Música
Raquel Andueza y La Galanía han protagonizado en el Auditorio Nacional -y dentro del ciclo Universo Barroco del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM)– el concierto ‘El baile perdido’, en el que se ha presentado el disco homónimo, fruto de un proyecto que Álvaro Torrente, director del Instituto Complutense de Ciencias Musicales, ha llevado a cabo gracias a una Beca Leonardo 2015.
21 noviembre, 2019
El baile perdido reconstruye doce canciones -bailes cantados- y tres temas instrumentales que muestran los géneros más representativos del más de un centenar de bailes distintos que florecieron en los siglos XVI y XVII. Así, por este disco desfilan la folía, el canario, la zarabanda, la chacona, las seguidillas, la jácara, el guineo, el polvillo, el ay ay ay, la gascona, el secutor de la vara o la zangarilleja.
“Su relativa simplicidad y su enorme popularidad hacían superfluo recoger sus melodías en partitura, mientras que las severas prohibiciones que pesaban sobre algunas de ellas por su carácter lascivo indujeron a poetas y músicos a evitar la plasmación escrita que pudiera causarles persecución. En consecuencia, la mayoría de estos bailes han dejado un tenue rastro, más allá de su mención en obras literarias o tratados: hay poquísimos ejemplos en partitura y de la mayoría apenas ha sobrevivido un puñado de poemas, a veces con los acordes para la guitarra o los esquemas de acompañamiento”, explica Álvaro Torrente.
El proceso ha requerido un intenso trabajo de investigación, “pues de algunos bailes se conservan muy pocos ejemplos: del polvillo solo conozco uno, del canario dos”, en colecciones dispersas no solo en España, “sino en Italia y Francia”, señala Torrente. Las letras se encuentran a veces en fuentes literarias de primer nivel. “Por eso, en el caso de la chacona escogemos un texto de La ilustre fregona, de Cervantes, la jácara es de Quevedo y el canario que hemos grabado aparece en una obra de Lope de Vega: Los guanches de Tenerife y la conquista de Canarias”.
A esta búsqueda literaria ha seguido una indagación en “fuentes de carácter musical, que casi nunca son partituras, sino materiales como indicaciones del acompañamiento, esquemas rítmicos, etcétera. En el caso del canario se conserva el estribillo en un documento que alberga la Catedral de Bogotá y que curiosamente está incluido en un manuscrito de un villancico religioso; y la parte que hace el violín la hemos encontrado en un impreso publicado en Roma en 1640. Se trata de buscar distintas piezas que se han conservado en diferentes formas y juntarlas para cada una de las reconstrucciones. Y luego, crear una melodía adaptada al ritmo poético del texto”, comenta el musicólogo.
Torrente explica cómo aborda la tarea de crear la música: “Hacemos un trabajo de composición a la manera que debía ser en la época en que estas obras se cultivaban. No es exactamente restaurar un cuadro, porque cuando restauras un cuadro lo que haces es devolver lo que ya tienes delante. Aquí, de lo que en cierto modo se trata, es de pintar el cuadro que existió y que se perdió. Tiene un componente creativo mayor que la simple restauración. Lo reconstruyes con los elementos estilísticos de la época. En este caso tengo un poema, y conozco la armonía; y lo que hago es construir algo que musicalmente tiene sentido, pues conozco los giros idiomáticos de la época”.
En este sentido, “una de las cosas que más me ha enseñado es el repertorio de canciones profanas y religiosas del siglo XVII. Las profanas se suelen llamar tonos humanos y las religiosas villancicos. He aprendido mucho al ver cómo los compositores cuya obra escrita conservamos ponen en música las distintas estrofas: descubres que adaptan los acentos musicales a los acentos de las palabras, los movimientos característicos de la voz y algunos aspectos rítmicos que también he adaptado”.
El resultado es El baile perdido, al que Torrente gusta de calificar como “la banda sonora de las calles y las tabernas del Siglo de Oro, que era tan pegadiza que acabó siendo cantada por los nobles, como prueba el que uno de los manuscritos que hemos encontrado fue escrito para el Príncipe Peretti, un noble italiano que era sobrino del papa Sixto V”.
Sobre los intérpretes, Álvaro Torrente comenta: “Raquel Andueza y La Galanía son el sueño de cualquier investigador: significa ni más ni menos que vengan los mejores cantantes del barroco a interpretar el resultado de tu investigación. Sus discos se difunden por todo el mundo y hacen giras de gran éxito en Australia, Estados Unidos, Japón y los principales festivales de Europa”.