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Obtuvo una Beca Leonardo en 2018

Almudena Lobera presenta “Secuencia Plano Secuencia” en CentroCentro

Entre el 13 de febrero y el 8 de junio, CentroCentro albergará Secuencia Plano Secuencia, una exposición pensada específicamente para la tercera planta del Palacio de Cibeles, en Madrid, en la que Almudena Lobera propone “un recorrido por distintos escenarios como si fuera una toma de cine sin cortes”, en una estructura simétrica que permite una lectura palindrómica.

30 enero, 2025

Perfil

Almudena Lobera

En el orden habitual de las cosas, el artista crea y luego encuentra un espacio —museo, galería, sala…— donde mostrar el resultado. Lo próximo de Almudena Lobera responde al proceso contrario: primero fue el lugar y luego la obra.  «Secuencia Plano Secuencia es un proyecto site-specific», explica la artista, «en el que la tercera planta del Palacio de Cibeles se convierte en una instalación y es la arquitectura del edificio la que determina la historia sobre la que me puse a trabajar». Lo primero que llamó la atención de esta creadora es que «en esta planta, dependiendo del ascensor que uses, comienzas el recorrido desde un extremo u otro. Al tener forma de herradura con balconada, decidí que la exposición debía ser espejada: desde cualquiera de las dos alas hacia el centro hay una exposición, y desde ahí hacia la otra ala, otra similar, pero con matices distintos. Busco un efecto palindrómico, donde el recorrido se perciba igual desde ambos lados. Al atravesar el eje, experimentas la sensación de ir hacia atrás, como un déjà vu, de “esto ya lo he vivido”, pero con sutiles variaciones. Este efecto de plano secuencia se logra también porque, aunque avanzas por distintas estancias, todo está interconectado, y cada espacio está inevitablemente influido por el anterior».

Una vez abierta la puerta conceptual que construye el diálogo con la arquitectura, Lobera se enfrentó al reto de «cómo unificar un espacio de 500 metros cuadrados salpicado por elementos dispares como columnas, extintores y otros accidentes visuales. La clave me la dio la barandilla interior que rodea el hueco central del edificio, una estructura de paneles de cristal con una altura de 1,40 metros. Decidí considerarla como una referencia visual, un “nivel de agua” y vinilé los vidrios en azul y pinté las paredes del mismo color y a esa misma altura. Así, todo el espacio se transforma en una gran piscina, sumergiendo al espectador en la exposición, con esa franja conceptual que da la sensación de que el agua te llega al cuello».

Esta idea no solo permite a Lobera conectar con una de sus obras anteriores, la serigrafía Donde comienza el interior (2021), sino también «desarrollar conceptos con los que siempre he trabajado, como dar visibilidad a lo que suele permanecer oculto o explorar ideas contrapuestas: lo superficial y lo profundo de la piscina, lo racional y lo surrealista, la simetría misma de la exposición. Por ejemplo, el vídeo que abre la exposición (desde ambos lados, ya que todo tiene dos versiones) muestra una performance entre una quiromante y una manicurista. La quiromante acude a embellecerse las uñas mientras lee las manos de la manicurista: un juego entre el anverso y reverso de las manos, una se centra en la estética, mientras la otra habla de la vida, el destino y cuestiones más espirituales».

Una ruta hacia el tesoro central

Lo acuático que hace de marco general se convierte en un tema recurrente según avanza el recorrido. Muy cerca del vídeo, el visitante encuentra «esculturas de boyas náuticas recubiertas de sal, que evocan a la Alicia de Lewis Carrol, cuya transformación en gigante la lleva a crear un mar de lágrimas. Esta metáfora alude a esos momentos de sufrimiento y superación durante el proceso creativo».

La distorsión de la realidad y la música —«en mis exposiciones suelo incorporar la música con la que creo»— se convierten en protagonistas a lo largo de las instalaciones, guiando al visitante hacia el núcleo central. «Este espacio rinde homenaje al recién fallecido David Lynch. Se accede a través de una cortina y en el centro se encuentra una escultura que es como el tesoro de la muestra: un pez dorado seccionado por la mitad que actúa como eje de toda la exposición. Es la única pieza sin duplicado, ya que a partir de este punto reaparecen las segundas versiones de las obras vistas previamente. La escultura hace un guiño al libro Atrapa el pez dorado, donde Lynch explora la búsqueda de ideas en las profundidades de la conciencia, y representa la culminación del proceso creativo, una inmersión total en lo más profundo, destinada a alcanzar la idea más poderosa y significativa».

© Almudena Lobera, VEGAP, Madrid, 2025

Los pequeños cambios que el espectador encontrará en el camino desde el eje central hacia el otro extremo enfatizan la sensación de ambigüedad y distorsión que acompaña al déjà vu. La intención es «que el visitante descubra un espacio distinto a lo que es CentroCentro y a lo que generalmente se espera de una exposición en ese contexto. Aunque algunas piezas reflejan obsesiones recurrentes en mi obra, al tratarse de una muestra site-specific, todas fueron concebidas y creadas de manera exclusiva para la muestra, con el propósito de diseñar una escenografía inmersiva que sorprenda al espectador con situaciones inesperadas y juegos de percepción, invitándolo a explorar estados de introspección que trascienden lo visible y las lógicas convencionales», concluye la autora.

La exposición, comisariada por Tiago de Abreu Pinto es una de las primeras propuestas del nuevo programa de la directora Julieta de Haro, orientado a impulsar el arte contemporáneo y a los artistas del tejido madrileño.

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