BIOGRAFÍA
Rodrigo Muñoz Avia (Madrid, 1967) es licenciado en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y se formó como escritor en la Escuela de Letras de la capital. Publicó su primera novela en 1996 y después lo ha hecho con títulos tanto para adultos (entre las que destacan Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos, o su última novela, La tienda de la felicidad) como para niños y jóvenes, así como otro tipo de trabajos, sobre todo de arte contemporáneo. Ha sido traducido a 16 idiomas diferentes y ha obtenido varios galardones, como el Premio Jaén de Literatura Juvenil, el Premio Edebé de Literatura Infantil o el Premio SGAE de teatro infantil.
PROYECTO
El proyecto narra la vida del autor con sus propios padres, los reconocidos pintores Lucio Muñoz y Amalia Avia, con dos identidades plásticas en principio muy diferentes: la abstracción matérica y el realismo. Muñoz Avia quiere que su relación de hijo con los protagonistas de esta historia le permita ofrecer una mirada personal y literaria de la vida de sus padres hecha desde el conocimiento y desde su privilegiada situación respecto a ellos. En esta mirada ocuparán un lugar fundamental los estudios de ambos artistas y el proceso de creación que siguen. Se trata de alumbrar zonas menos conocidas de su vida y trabajo, lo que implica, al mismo tiempo, alumbrar zonas de la vida del autor y narrador. Muñoz Avia opina que “uno debe escribir de aquello que más sabe, debe compartir, de la manera más honesta que sea capaz, la mejor historia que lleve dentro. En este momento esta era mi mejor historia, la de mis padres, la de mi origen”.
RESULTADOS
Con el título de La casa de los pintores, el libro fue publicado por la editorial Alfaguara en 2019. El propio Muñoz Avia habla sobre su trabajo: “Cuando empecé a escribir este libro y decidí solicitar la Beca Leonardo para su creación, no sabía bien qué tono tendría esta mirada sobre mi vida con mis padres. Poco a poco fui viendo que de entre todas las cosas que iba escribiendo siempre eran las más sencillas con las que más cómodo me sentía. Porque no quería (no aceptaba) que en un libro así fuera mi propia escritura, mis ejercicios literarios o introspectivos, los que se llevaran el protagonismo. Quería cualquier cosa menos poner a mis padres (que son figuras públicas con un nombre que yo no tengo derecho a utilizar en mi provecho) al servicio de un producto literario exclusivamente mío. Eso me hizo ver que mi escritura y mi lugar como narrador debía ser respetuoso, silencioso en muchas ocasiones, y, al mismo tiempo, portador de la emoción que yo sentía y siento por mis padres y por su trabajo artístico. Todo esto se traduce en un libro de recuerdos que ante todo quiere ser un retrato vívido de dos personas muy singulares y de la creación pictórica, con todas sus vicisitudes, reveses y triunfos, en el estudio”.