BIOGRAFÍA
Alexey Nikitin (Járkov, Ucrania, 1980) estudió Astronomía en la Universidad Nacional de Járkov, y posteriormente Física Teórica en los Institutos de Radiofísica y Electronica y de las Bajas Temperaturas, también en su ciudad natal, donde obtuvo su doctorado en 2005. Un año después, la concesión de una beca europea INTAS –una asociación internacional para el fomento de la cooperación con científicos procedentes de los nuevos Estados independientes de la antigua Unión Soviética– le permitió realizar una estancia posdoctoral en el grupo de Fotónica de la Universidad de Zaragoza, donde consegió una Beca Juan de la Cierva. Desde entonces, ha desarrollado toda su carrera científica en centros de investigación españoles. En 2013 se incorporó al Nanogune (San Sebastián) como Ikerbasque Fellow, y cinco años después consiguió una plaza permanente como Ikerbasque Research Associate en el Donostia International Physics Center (DIPC), donde ahora desarrollará el proyecto para el que ha obtenido la Beca Leonardo.
PROYECTO
Nikitin investiga cómo se propaga la luz dentro de la materia, cuando “interactúa con átomos y moléculas, que empiezan a oscilar, y entonces la luz se convierte en otra forma de materia”. En los últimos años, este campo de investigación ha avanzado mucho gracias a la utilización de nanomateriales estructurados en láminas como el grafeno, donde la luz se comporta de una manera muy peculiar. Por ejemplo, según explica Nikitin, “se puede comprimir muchísimo y entonces aumenta la densidad de la energía en volúmenes muy pequeños”. Además, Nikitin ha comprobado con su grupo de investigación que en estos nanomateriales la luz puede rotarse, generando vórtices.
El investigador de origen ucraniano está convencido de que estos fenómenos podrían tener múltiples aplicaciones, por ejemplo en la detección de moléculas que podrían resultar muy útiles para el desarrollo de fármacos. Precisamente en el proyecto por el que se le ha concedido la Beca Leonardo, su objetivo principal será comprobar si los vórtices de luz generados en nanomateriales pueden servir para distinguir dos variantes de las llamadas moléculas quirales, que no se pueden diferenciar con luz convencional, un avance que podría resultar fundamental para desarrollar nuevos medicamentos. “Mi intención es realizar una prueba de comprobación para después desarrollar un dispositivo en un chip que puede detectar moléculas útiles para la creación de fármacos”, explica.
Además, Nikitin también considera que controlar la luz a escala nanométrica “puede ser un elemento central para la fabricación de futuros ordenadores cuánticos”, y también en el desarrollo de dispositivos electrónicos mucho más eficientes: “Como conseguimos comprimir la luz, estamos comprimiendo también la energía en un espacio muy pequeño, en el lugar donde hace falta, y por ello podemos bajar el consumo del dispositivo en general. Así podemos lograr dispositivos mucho más eficientes”.